viernes, 30 de octubre de 2009

Los "U-Boot" en Galicia

Hace poco desempolvé un libro que tenía medio olvidado -y nunca hasta ahora leído por completo- que se titula "Lobos acosados" (José Antonio Tojo Ramallo, Laverde Ediciones, 2000), en el que se detalla una bastante extensa relación de los treinta y cinco submarinos alemanes hundidos frente a las costas gallegas durante la Segunda Guerra Mundial. El autor indaga en diversos archivos alemanes, británicos, norteamericanos y españoles a fin de proporcionarnos información verazmente contrastada, y son muchas las reseñas y notas a pie de página con datos exactos, extraídos de documentos recientemente desclasificados por la marina de guerra de los países anteriormente citados.

Los submarinos de entonces no eran las maravillas de la ingeniería naval que hay hoy en día, de perfectas formas hidrodinámicas, asépticas, espaciosas, seguras y silenciosas naves. En la Segunda Guerra Mundial, los U-Boot (acrónimo de "unterseeboot"; nave submarina en alemán) estaban propulsados por motores de combustión diésel, eran angostos y estaban mal ventilados, sus dotaciones estaban formadas en la mayoría de las ocasiones por marineros muy jóvenes, casi adolescentes, incluidos los oficiales, y navegar bajo la superficie del mar era todavía toda una aventura, y nada segura por cierto. Para que nos hagamos una idea, el monóxido de carbono resultante de la combustión de los motores intoxicaba el aire respirable de la nave en un 3% a la hora, lo que causaba malestar general, dolores de cabeza y finalmente pérdida del conocimiento y la muerte, haciendo que, muchas veces, tuvieran que desistir de este tipo de navegación y defenderse o atacar en plena superficie. El oxígeno, la electricidad y el agua eran bienes muy preciados dentro de los U-Boot, y la cuestión de su reciclaje todavía estaba "en pañales" en la década de los cuarenta.

Los U-Boot pasaban muy a menudo frente a nuestras costas en rutinarias patrullas anti-buque, tratando de interceptar convoyes de buques mercantes y cargueros que transportaban tropas y material bélico desde el otro lado del Atlántico hasta Europa. También era una ruta usual camino de la costa este de Norteamérica y el Caribe, donde los submarinos de guerra alemanes tuvieron muchos enfrentamientos frente a Estados Unidos y Canadá tratando de destruir buques de guerra y transportes, y en el Caribe intentando dar caza a los petroleros que enviaban el crudo hasta las refinerías del sur de Estados Unidos. Algunos incluso se atrevían con operaciones ultrasecretas como la Operación Kiebitz, donde el U-669 debería rescatar en la costa este de Canadá a varios prisioneros de guerra alemanes fugados días antes del "Campo de Prisioneros Número 30" de Bowmanville (Ontario), en una especie de "Gran Evasión", con túneles subterráneos y todo, pero esta vez con protagonistas alemanes. Entre estos preciados prisioneros, además de importantes oficiales de la Luftwaffe, se encontraba el mismísimo Otto Kretschmer, el máximo As de la Kriegsmarine alemana, Comandante del U-99 capturado en 1941 al sudeste de Islandia por un buque británico. En su haber contaba con 44 buques hundidos en menos de dos años de servicios. Hay que decir que esta misión resultó un fracaso, y que el U-669 fue localizado y hundido por cinco cargas de profundidad lanzadas desde un avión Wellington de la Real Fuerza Aérea Canadiense al noroeste de Cabo Ortegal, el 7 de septiembre de 1943. No hubo supervivientes. El 70% de la marinería de guerra submarina alemana perecería en acto de servicio durante la Segunda Guerra Mundial.
Y es que las historias que cada submarino lleva consigo son en la mayoría de las ocasiones dignas de recrear en una buena película. Tal es el caso del U-966 "Gut Holz", comandado por el joven oficial Eckkehard Wolf, hundido en Punta Maeda, en plena Ría de O Barqueiro, después de diversos combates contra buques de guerra y aviones antisubmarino de la Royal Air Force (RAF) británica. La mayor parte de su tripulación fue rescatada por pescadores de la zona, y aún hoy veteranos, familiares y amigos visitan A Graña y O Barqueiro, tal y como llevan haciendo desde 1943. (a la izq.: el Comandante Eckkehard Wolf)
O el caso del U-506 (hundido al oeste de Fisterra en 1943) comandado por Erich Würdemann, protagonista de un suceso conocido como "el incidente del Laconia". El 12 de septiembre de 1942 el buque civil de transporte "Laconia" de la compañía británica White Star (la misma del malogrado "Titanic") fue torpedeado y hundido en la costa oeste africana por el submarino alemán U-156 comandado por Werner Hartenstein, mientras cubría la ruta de regreso entre Sudáfrica y Gran Bretaña. A bordo viajaban 2.700 personas, entre las que se incluían 1.800 prisioneros italianos, 268 militares ingleses, 103 polacos y aproximadamente 80 mujeres y niños. La operación de evacuación fue un auténtico caos, lanchas salvavidas volcadas en el agua, otras hundidas por sobrepeso, prisioneros italianos sin chalecos salvavidas reducidos a golpe de bayoneta por los soldados ingleses, etc. Por si esto no fuera poco, semejante ruido y agitación atrajo la atención de cientos de tiburones. Hartenstein, comandante del U-156, que observaba la dantesca escena que había provocado desde la torreta de su submarino mientras navegaba en círculos, fue advertido de que muchos de los gritos de socorro que se escuchaban eran en italiano, y dio inmediatamente la orden de iniciar las labores de rescate. En poco tiempo más de 90 italianos fueron acogidos en la cubierta del sumergible. Viéndose desbordado por la situación, y con la cubierta completamente atestada de gente, lanzó un mensaje de radio sin codificar que decía: "Si cualquier barco asiste a los náufragos del Laconia no lo atacaré. He recogido 193 hombres. 0453, 1126W. Submarino alemán." (a la der.: algunos de los supervivientes del "Laconia" en la cubierta del U-506)

Al cabo de unas horas llegaba a esa posición el U-506 de Erich Würdemann, y al poco tiempo el U-507 y un submarino italiano. Para entonces eran más de 400 los náufragos rescatados. Se repartieron entre los sumergibles a los náufragos, entre los que se encontraban muchas mujeres y niños. Así pasaron varios días, hasta que apareció un bombardero B-24 Liberator norteamericano en misión de reconocimiento, dando aviso a las autoridades estadounidenses en la base de las islas Ascensión. Entonces el mando militar norteamericano ordenó atacar los sumergibles enemigos sin contemplaciones, teniendo éstos que batirse en retirada, viéndose obligados a dejar nuevamente en el agua a cientos de personas. Por fortuna, tres horas más tarde llegaban a la zona tres buques mercantes que habían interceptado el mensaje del U-156, pero era tarde: de los 2.700 náufragos del "Laconia" sólo pudieron ser salvados menos de 1.500. A raíz de todo esto se publicó la "Orden Laconia" y fue difundida entre todos los submarinos alemanes. Según esta orden, quedaba terminantemente prohibido que cualquier sumergible alemán participase en operaciones de rescate de náufragos en la mar.

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