sábado, 30 de junio de 2012

Paraguay: 142 años condenado

Desde mediados de la década de 1860 mucho se ha escrito, filmado y hablado en todo el mundo sobre la gran guerra que marcó el continente americano por entonces, la llamada Guerra de Secesión que convulsionó los Estados Unidos. Pero casi nada se publicó en los libros de Historia sobre otra terrible guerra, contemporánea a la anterior, pero situada unos cuantos miles de kilómetros más al sur: la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

Nada se habló sobre esta nación latinoamericana en todo el mundo tras aquella ignominiosa guerra fomentada desde el exterior por Inglaterra, y justo hace pocos días el primer Presidente progresista del Paraguay desde entonces, Fernando Lugo, fue apartado ilegítimamente de su cargo y contra la voluntad de la mayoría de paraguayos, poniendo fin al pequeño intervalo de dignidad popular que supuso su inconcluso primer mandato en casi un siglo y medio de infamia.


Un país que creció hacia adentro

Encajonado entre Argentina, Brasil y Uruguay, lo cierto es que el Paraguay de finales del siglo XIX ya era el país más desarrollado de América Latina, y el único del continente -incluso durante muchas décadas después- en poner en práctica una acertada política de desarrollo independiente que irritaba mucho a las potencias occidentales, que ya habían mudado sus pretensiones colonialistas tradicionales por otra forma de dominio imperialista de carácter mercantil, pero no menos pernicioso. Ya en la primera mitad del siglo XIX y bajo su prolongada dirección, Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840) había logrado que en el Paraguay no existiesen las guerras ni los mendigos. Su actitud dictatorial, a pesar de haber sentado las bases del independentismo económico del país, fue enormemente denostada, e incluso distorsionada, por muchos intelectuales de la izquierda más ortodoxa, llegando Pablo Neruda a dedicarle algunas de sus geniales composiciones tachándolo de "rey leproso rodeado de yerbales".
Lo cierto es que, por increíble que parezca, en el que hoy es el tercer país más pobre de la región, ya con los siguientes gobiernos de Carlos Antonio López, y posteriormente el de su hijo Francisco Solano, el analfabetismo había sido erradicado de su población -algo que ni en Europa sucedía-, y el Estado sustituía a una burguesía inexistente en la propiedad (no en vano el 98% del territorio nacional era de dominio público), y en el control y en la planificación de los medios de producción y de la economía del país. El Paraguay podía compararse con los países más desarrollados de Europa: ya había conseguido construir su propia línea de telégrafos -las telecomunicaciones más avanzadas de la época-, una completa red de ferrocarril y un suministro constante de materiales de construcción elaborados de forma autónoma. Poseía la mayor y más moderna industria de defensa para nutrir al mejor ejército de todo el continente, ejército que, además, se mantenía en paz. Y a pesar de no contar con salida natural al mar, el país era propietario de una gran flota mercante nacional que surcaba todas las aguas del planeta. El Estado paraguayo poseía una economía con superávit que le permitía abordar ambiciosas obras públicas sin parangón entre los países vecinos, muchas de ellas enfocadas a aumentar la producción agrícola, tales como sistemas de regadío, presas, canales, puentes y caminos, lo que junto con la recuperación de la doble cosecha anual de tradición indígena, el país era el mejor productor agrícola de la zona, y todo ello sin requerir empréstitos a bancos extranjeros ni contribuir al endeudamiento externo del país. El sistema agrario era lo más novedoso por entonces en el continente, y rescatando alguno de los pilares agrícolas que ya habían puesto en práctica antiguas civilizaciones como el Imperio Inca, el Estado cedía a los campesinos el usufructo de las propiedades agrícolas con la obligación de poblarlas y hacerlas producir de forma permanente y sin la posibilidad de venderlas, obteniendo un porcentaje de la producción para consumo propio. El excedente de la producción agrícola se destinaba a satisfacer las necesidades alimentarias de la población que no tenía acceso directo a tierras cultivables. En el Paraguay de 1850 no existía la desnutrición que sí atenaza incluso hoy en día diversas poblaciones de la región.
El proteccionismo económico del Paraguay -eso que EE.UU. aplicó tradicionalmente dentro y fuera de sus fronteras- era muy estricto: ni siquiera en los ríos de su posesión podían navegar los buques mercantes británicos que vendían sus mercancías por todo el continente. Esa era la mejor forma de mantener una industria nacional pujante, alejada de las grandes fábricas europeas que vendían a precio de oro cualquier baratija de hojalata. En las fundiciones de Ibycui se fabricaban desde cacerolas hasta obuses y balas, pasando por estribos y piezas mecánicas para la industria paraguaya.

Independencia o Muerte

Aquel pequeño gran país fastidiaba el negocio de los banqueros de Londres y de los industriales de Manchester y Liverpool, e Inglaterra no tardó en conspirar: un ministro británico, Sir Edward Thornton, fue el principal artífice de todo lo que se iba a desencadenar para destruir aquel peligroso foco de resistencia económica anticolonialista. Thornton dirigió la política del presidente argentino Bartolomé Mitre para provocar la guerra en alianza con el Brasil de Pedro II. Para completar la "tenaza" que ahogase al Presidente paraguayo Solano López faltaba el Uruguay, cuyo gobierno no estaba del todo convencido con el asunto. Fue sencillo: Inglaterra financió -como lo haría luego con toda la guerra posterior- la invasión del Uruguay por Venancio Flores, que instauró allí otro gobierno títere a las órdenes argentinas y brasileñas. Sólo quedaba un asunto: ¿cómo iban a pagar los tres países agresores el gasto de la contienda? Al instante llegaron los banqueros londinenses para ofrecer a las marionetas créditos multimillonarios con cargo a los respectivos y maltrechos erarios públicos. Inglaterra, como la banca, siempre ganaba. Hizo además el reparto de las posesiones del vencido antes incluso de declararle la guerra, en un tratado que se firmó el 10 de mayo de 1865. A Argentina le tocaban los inmensos territorios que hoy ocupa su provincia de Misiones, y todo el Chaco argentino, cerca de noventa y cinco mil kilómetros cuadrados. Brasil extendería sus fronteras ocupando más de sesenta mil kilómetros cuadrados de territorio paraguayo hacia el oeste. Uruguay no recibiría nada. Ese era el precio de ser escudero de un vasallo. Los banqueros londinenses, en campaña publicitaria para vender a los países agresores sus terribles créditos de guerra, decían que la guerra se acabaría en tres meses. Duró cinco años.

A Inglaterra no sólo le interesaba destruir el gobierno paraguayo, quería también erradicar cualquier vestigio de soberanía nacional, tanto política como económica. Para ello, indicó a los generales argentinos y brasileños la estrategia a seguir: genocidio absoluto y sistemático. Al ejército paraguayo, en defensa de su dignidad nacional, se alistaron todos los sectores de la población, hombres, mujeres, ancianos y niños. Y todos fueron asesinados. La política de tierra quemada de los agresores fue implacable. Se quemaron y destruyeron puentes, sistemas de regadío, fábricas y fundiciones. Se quemaron plantaciones de algodón, de tabaco y de yerba mate. Se fusiló indiscriminadamente a todos los varones de los pueblos y aldeas conquistados, llegando todavía hoy a percibirse aquel holocausto en la demografía paraguaya. No se trataba de conquista, era un exterminio.

 
Tras cinco años de penurias, el Presidente Solano López, ya sin plazas que defender y con un ejército diezmado, decidió marchar hacia la selva con los últimos vestigios de su tropa popular, en una desesperada intentona por reagruparse y rearmarse, y sin la más mínima intención de rendición al enemigo. Traicionado, y luego asesinado en el cerro de Corá, dijo: "¡muero con mi Patria!". En su espada se leía, grabado, el lema: "Independencia o Muerte".
 
Humillado el vencido, pero también los vencedores

Cinco sextas partes de la población paraguaya fue asesinada en la guerra. Además, muchos paraguayos prisioneros de guerra fueron deportados como esclavos a las plantaciones de café del Brasil. El país fue objetivo de los buitres financieros, y se vendió todo, las fincas estatales, las industrias, las plantaciones comunitarias, incluso los edificios institucionales, las escuelas y los hospitales. Todo quedó en manos de los generales vencedores, que instauraron un régimen acólito, así como el latifundio y el libre mercado, abierto al fin para las mercancías de Manchester y Liverpool.
Pero al mismo tiempo, Argentina, Brasil y el Uruguay vieron cómo sus precarias economías colonizadas se habían hundido ya del todo, a causa de los enormes intereses de los créditos que habían firmado para financiar aquella masacre. Nunca más se recuperarían, así como tampoco se recuperaron sus poblaciones de la enorme cantidad de muertos que sufrieron, solamente para que sus gobernantes se enriquecieran como siervos de una potencia extranjera e imperialista. 

Mientras tanto, Inglaterra vio cómo aumentaban sustancialmente sus ganancias gracias, además de al nuevo mercado que suponía el saqueado Paraguay y a los los intereses de los créditos de Argentina, Brasil y Uruguay, a los nuevos financiamientos que empezarían a caer instantáneamente en el país vencido: el primero ya de un millón de libras esterlinas -del cual sólo la mitad llegaron al Tesoro público-, elevando la deuda paraguaya en sólo en un año y gracias a posteriores refinanciaciones, hasta más de tres millones de libras.


De aquellos barros, estos lodos

El Partido Colorado, creado por los vencedores en aquel entonces y salvo escasísimos períodos, fue el encargado de regir con mano de hierro los destinos del Paraguay, hasta su derrota democrática en 2008 por el recientemente destituído Fernando Lugo. Este partido fue el responsable de que el Paraguay jamás se levantase desde la atrocidad de la Guerra de la Triple Alianza, y de que sucumbiese a las posteriores políticas neocoloniales y neoliberales de potencias vecinas y extranjeras. Es el partido controlado por los oligarcas herederos de aquellos asesinos, y poseen el control de todo en el Paraguay actual. Controlan los poderes fácticos, los medios de comunicación, la frágil industria y la propiedad de la tierra, que pasó de ser de propiedad estatal plenamente productiva en 1865 a ser de propiedad privada y mayoritariamente improductiva en la actualidad.

No resulta demasiado difícil comprender por qué Fernando Lugo no pudo completar su primer mandato democrático al pretender establecer otra forma de hacer política en aquel país -cuyos dirigentes, desde 1870 no dirigían su mirada hacia la paupérrima población-, y podemos deducir que, tanto su política unificadora -otorgándole cargos a miembros del Partido Colorado-, como la elección de la opción reformista en lugar de la revolución ciudadana vinieron forzadas por la misma causa: la escasísima tradición democrática y popular del país, debido a la deformación cultural y el atraso al que está sometido, desde 1870, el Pueblo paraguayo.

Eduardo Galeano escribió, en su magnífica obra "Las venas abiertas de América Latina", que la Triple Alianza sigue siendo un éxito.

"Los hornos de la fundición de Ibycui, donde se forjaron los cañones que defendieron la patria invadida, se erguían en un paraje que ahora se llama Mina-Cué, que en guaraní significa Fue Mina.
Allí, entre pantanos y mosquitos, junto a los restos de un muro derruido, yace todavía la base de la chimenea que los invasores volaron, hace un siglo, con dinamita, y pueden verse los pedazos de hierro podrido de las instalaciones deshechas. Viven, en la zona, unos pocos campesinos en harapos, que ni siquiera saben cuál fue la guerra que destruyó todo eso." (Eduardo Galeano, "Las venas abiertas de América Latina", 1971).

Esto es lo que quiso cambiar Fernando Lugo, y por eso fue traicionado y apartado del gobierno. La buena noticia, sin embargo, es que todavía quiere cambiarlo.

miércoles, 13 de julio de 2011

Desenmascarando a Eduard Punset

A Eduard Punset se le ve mucho por televisión últimamente. Este abogado, profesor, filósofo y escritor ya tenía su programa, Redes, que se emitía una vez por semana en La 2 de TVE, pero arrasa entre la franja mayoritariamente joven de los telespectadores de nuestro país gracias a sus apariciones mensuales en el espacio de humor de Andreu Buenafuente en La Sexta. [En el momento de publicar esta entrada, afortunadamente el programa de Andreu ha dejado de emitirse.] Además, sus últimos libros son todo un éxito de ventas, llevándose su trilogía "Viaje a las emociones" el primer puesto entre sus obras más conocidas y leídas.

Punset mantiene encandilada a su audiencia -el ciudadano medio, perteneciente a la clase media y de mediana edad- utilizando, además de una personal mezcla de científico loco y viejecito afable, todas sus teorías sobre cómo conseguir la felicidad en un mundo cada vez más tecnológico y aséptico, donde el concepto material cobra cada vez más importancia, pero la sociedad se olvida de lo realmente importante: ser felices, o al menos tratar de serlo.

Muchísima gente lo considera un ejemplo a seguir, el científico o profesor que todos quisimos tener, el abuelo filosófico que razona todos nuestros problemas, e incluso el político ideal, fiel a sus principios y coherente con sus ideales. Yo desde aquí no voy a atreverme a contradecir a la audiencia televisiva de este país, ni mucho menos a nuestra masa de lectores consumidores de vacuos ensayos de cocina rápida o revistas comerciales llenas de anécdotas científicas. Pero sí voy a dar algunos datos que pueden ser de interés.

Eduard Punset comenzó su relación con los Estados Unidos muy pronto. Cursó su bachillerato en un instituto de Hollywood, antes de volver a España para estudiar Derecho en Madrid, lo que no le quitó tiempo para ser en esta época militante del Partido Comunista de España en la clandestinidad. Pero se ve que la moda de ser un rebelde progre pesó poco a la hora de encaminar su futuro académico, y se fue a completar su formación como economista a la Universidad de Londres y, posteriormente, a la École Pratique des Hautes Études en París. Hay que decir que esta universidad estaba por entonces financiada por la norteamericana Fundación Ford, es decir, un rescoldo superviviente del conocido Plan Marshall. Esta fundación nació como una ONG, aunque infinidad veces ha sido vinculada con acciones directas del Gobierno de los Estados Unidos, e incluso con la CIA. No hace falta decir que una universidad financiada con los fondos de una organización como esta no puede inculcar en su alumnado unos valores de corte progresista. Pues bien, en esa institución se formó el Punset economista, que sacó buenos réditos de su paso académico por la Gran Bretaña cuando consiguió que la BBC lo fichase como redactor en su sección de economía. Poco más adelante entró en nómina del diario financiero y político británico The Economist, concentrándose en su sección para América Latina. Este diario, que nunca firma ninguno de sus informes o artículos, pertenece al influyente The Economist Group, y posee un par de ediciones (Roll Call y European Voice) expresamente editadas y redactadas con el ideario neoliberal que deben leer -y seguir- los políticos de Washington y Bruselas, además de un potente departamento de estrategia geopolítica que asesora a inversores privados para invertir en países tercermundistas de África, América y Asia, siempre en base a los análisis y especulaciones de The Economist, esas que nunca son firmadas por sus autores. Pues bien, Eduard Punset fue redactor economista de este diario entre 1967 y 1969.

Su trabajo y su papel en el FMI

Está claro que su época de redactor en The Economist fue una simple puerta de entrada a las altas esferas del mundo financiero internacional. Y de esta manera, Punset dejó su trabajo en el diario británico para mudarse a Estados Unidos a trabajar en el Fondo Monetario Internacional. Esta organización le daría trabajo durante cuatro años (1969-1973), gran parte de los cuales los pasó destinado en Haití. Este pobrísimo país antillano en 1970, aunque parezca mentira y a pesar de todos sus problemas, todavía era autosuficiente en materia alimentaria. Pero eso era algo que no le convenía al vecino norteamericano, y Washington mandó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al FMI, con altos funcionarios como Eduard Punset, ponerse manos a la obra para cambiar la situación. Mientras Punset compartía mesa y mantel con el dictador y genocida "Bébé" Doc en sus palacios, negociaban la forma de que Haití adoptase medidas tales como eliminar la subvención estatal a la producción de arroz haitiano, y bajar un 66% el arancel impuesto a la importación de arroz extranjero. Instantáneamente el arroz estadounidense -que sí estaba subvencionado por Washington- abarrotó el mercado de Haití, dejando a los campesinos del país sin una de sus escasas fuentes de ingresos, y desbaratando la producción alimentaria del país volviéndola dependiente del comercio exterior. A raíz de esto comenzaron las migraciones masivas de campesinos durante los años setenta hacia la capital, Port-au-Prince, con la consiguiente creación de ghettos y barrios de chabolas, y el que ahora Haití se haya convertido en una cloaca de productos agrícolas, avícolas y piscícolas norteamericanos de baja calidad fue causado por medidas como aquella, y todas las que le siguieron, como la de la eliminación -a instancia del FMI- del casi millón y medio de cabezas del resistente cerdo autóctono para luego comprar y mantener una raza de cerdo estadounidense, delicada y necesitada de exigentes cuidados alimentarios y veterinarios. Pero eso ya es otra historia...

Un hábil político "a la española"

Con la muerte de Franco, Punset vio la oportunidad de introducirse en el mundo de la política sin tener que ensuciarse las manos con la Dictadura, y su estrategia para el ascenso y su gran gestión del tempo político se pone de manifiesto en cada uno de sus cargos, siempre dentro de partidos de la derecha liberal española. Se une inicialmente a la formación Centristes de Catalunya-UCD y ya en 1978 es elegido conseller de Economía y Finanzas de la Generalitat de Catalunya, en 1980 es diputado en el Parlament de Catalunya, y en ese mismo año pasa a ser Ministro de Relaciones para las Comunidades Europeas, cargo que ocupa hasta el año siguiente, 1981. Es en ese año cuando abandona la UCD para unirse a CiU y presentarse como nº 2 de ese partido a las Elecciones Generales de 1982, consiguiendo un acta de diputado en el Parlamento. Lo deja un año después. Es ya 1985, y de la mano de Adolfo Suárez se integra en el CDS, donde consigue ser elegido eurodiputado en el Parlamento Europeo en las Elecciones Europeas de 1987 y de 1989. Abandona el CDS en 1991 para crear su propio partido, Foro, pero completa su período de europarlamentario quedándose con su escaño -y su sueldo- como eurodiputado independiente hasta 1994, cuando se vuelve a presentar esta vez como cabeza de lista de Foro.

Etapa de intervención en Europa del Este

Economista, neoliberal y europarlamentario: Eduard Punset tenía todas las características para colaborar en el desmantelamiento de las infraestructuras socialistas de los países de Europa del Este tras la caída del Muro de Berlín. Y así fue, como presidente de la delegación del Parlamento Europeo en polonia, su "sede" estuvo en Varsovia, pero su influencia alcanzó a todos. Esos países satélites de la Unión Soviética se vieron sometidos a una violenta penetración de agentes, políticos y asesores neoliberales ávidos de capitalizar aquellos grandes mercados. De la noche a la mañana, Punset y sus colaboradores desguazaron a lo bruto todo lo que sonara a "social": sistema de educación pública, sistema sanitario universal, compañías estatales de ferrocarriles, de telefonía, las compañías eléctricas, las subvenciones alimentarias, subsidios a los combustibles y a la energía doméstica y un sinfín más. Gracias a "asesores" como Punset todo pasó de ser un servicio social a un mercado capitalista. Además de la cifra todavía no exacta de personas muertas que dejaron de recibir asistencia sanitaria -que nunca fue óptima, pero diez veces mejor de lo que hay ahora- y muchos otros servicios básicos y gratuitos, un elevado índice de mortalidad infantil, el descenso repentino de la esperanza y la calidad de vida, la potenciación de una ya creciente corrupción y el nacimiento del reino de las mafias, Polonia y los países vecinos le deben a Eduard Punset, al FMI, al Banco Mundial y a la Iglesia Católica la terrible desigualdad social existente hoy entre sus ciudadanos, la bajísima tasa de productividad de su sector primario (ahora fuente de empleo precario para el 15% de su población activa) o la deuda externa adquirida luego de "sanear" empresas estatales para venderlas al mejor postor, y crear las condiciones para que el país fuese rentable al FMI. Diez años después del "trabajo" de Punset, en el año 2000 Polonia tenía una deuda externa estimada en 44.000 millones de dólares. En 2009 la deuda externa ascendía a más de 243.000 millones de dólares, y sigue subiendo. Misión cumplida.

"Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga"


Últimamente Punset es aguerrido valedor de aquellos que claman contra los sueldos vitalicios de la clase política, sus privilegios y su gusto por el poder y la poltrona. Él difunde continuamente el valor de la ética y la moral en todos los aspectos de la vida como método para ser felices. Pues bien, habría que destacar que Eduard Punset, cuando abandona el CDS en 1991 siendo eurodiputado por dicho partido, pasa totalmente de la ética y de la moral, conservando su escaño -y su sueldo- de eurodiputado como independiente hasta las elecciones europeas de 1994. Eso sí, a estas nuevas elecciones se presenta con su pantomima "Foro", integrado en CDS -con la incongruencia de que ese partido no le servía para él, pero sí para su propia formación-, aunque el resultado es desastroso y se queda sin poltrona, y sin sueldo. Como ese "partidito" sólo era una patraña creada para poder seguir al frente de su acta de eurodiputado, lo disuelve en 1995 y se retira de la política.



Sorpresas que da la vida (empresarial)



Un tipo con el currículum de Eduard Punset tiene que tener espacio en las grandes corporaciones. Así es de tal manera que tuvo un sueldo como asesor de la Fundación COTEC, organización creada en torno a la Corona de España, que aglutina a su alrededor a una Torre de Babel de los mundos aristrocrático, político y empresarial, tanto nacional como extranjero. Empresas como el banco BBVA, Telefónica, Vodafone, Repsol, Endesa, IBM, Iberdrola, ACS, Fundación Focus-Abengoa (con la cual Punset colabora a menudo) y muchas otras "cortan el bacalao" en dicha organización. También fue profesor consejero de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE), centro académico privado de élite cuyo patronato está regido por la Compañía de Jesús, no en vano este centro es filial de la cristiana y católica Universidad Ramón Llull, de donde salieron y salen los grandes empresarios que han hecho de este país uno de los más punteros en Europa en temas como eficiencia y sostenibilidad del modelo productivo. Eduard Punset también ha sido Presidente del Instituto Tecnológico Bull, multinacional que se dedica al negocio de las nuevas tecnologías en sectores tan dispares como defensa, sanidad, transportes o energía. Otro de sus empleos fue como profesor de Innovación y Tecnología en el antiguo Instituto de Empresa (hoy denominado IE Business School) que pertenece a la IE University, universidad privada perteneciente a su vez a la Institución Internacional S.E.K.. Dicho Instituto de Empresa fue -por algo- declarado el mejor del mundo por el diario Wall Street Journal, el mismo cuya propietaria, News Corp. de Rupert Murdoch tiene como miembro de su Consejo de Administración a José María Aznar. También Punset fue presidente de la hidroeléctrica catalana Enher, desempeñó varios cargos financieros en el Banco Hispanoamericano y fue coordinador del Plan Estratégico para la Sociedad de la Información en Cataluña, trabajando hoy en día como profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Facultad de Economía del Instituto Químico de Sarriá (perteneciente también a la anteriormente mencionada Universidad Ramón Llull), es director y presentador del programa de divulgación científica Redes, director de la revista "Redes para la Ciencia", presidente de la productora audiovisual Smartplanet y miembro de los Consejos de Administración de Sol Meliá y Telvent.



¿Qué es Telvent?



Telecom Ventures (Telvent) es una filial de la corporación española Abengoa, y es la cabecera de los negocios de esta multinacional en tecnologías de la información, estando especializada en productos, servicios y soluciones integradas destinados a los sectores de la energía, el transporte, el medio ambiente y las administraciones públicas. Telvent, que cotiza en el NASDAQ, facturó 177 millones de euros en el primer trimestre de 2009.



Esta multinacional para la que trabaja Eduard Punset se vio involucrada en un desastroso accidente mientras disfrutaba del expolio de los recursos de Venezuela a comienzos de los años noventa, en lo que se denominó como Tragedia de Las Tejerías. La Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (CANTV), la principal empresa nacional de telecomunicaciones venezolana, había sido privatizada en 1991 por el gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez, y sus nuevos propietarios -AT&T y Telefónica- contrataron a Abengoa para dotar las atrasadas infraestructuras de CANTV de una moderna red de fibra óptica. La ruta más "económica" que Telefónica y AT&T decidieron para el tendido de dicha línea era una que circulaba paralela a la Autopista Regional del Centro, que por razones geológicas era nudo de comunicaciones de otros ductos de agua, electricidad y gas, propiedad este último de Corpoven, filial de la por entonces también empresa privada Petróleos de Venezuela S.A. Al mismo tiempo en que se iban a realizar los trabajos de perforación de Abengoa, otra empresa privada llamada Proteca (filial contratista del Ministerio de Transporte y Comunicaciones) estaba trabajando en las inmediaciones, provocando enormes retenciones de tráfico en ese tramo de la Autopista, a tan sólo 60 km del centro de Caracas. La coordinación e información entre todas estas empresas falló estrepitosamente, y en la mañana del martes 28 de septiembre de 1993, a las 07:30 de la mañana, una excavadora de Abengoa perforó accidentalmente un tramo del gasoducto de Corpoven, provocando una terrible explosión en cadena, seguido de un incendio con llamas de más de 50 metros de altura que duró casi todo el día, y envolvió la autopista causando la muerte de 42 personas. Todavía hoy, la única indemnizada ha sido PDVSA, a la que Abengoa tuvo que pagar 14 millones de euros.



Abengoa y la Guerra del Agua en Bolivia



Pero no todo se queda en eso. Abengoa tuvo un papel más protagonista todavía en la tristemente famosa "Guerra del Agua" que se desató en Cochabamba (Bolivia) en el año 2000. Muchos de los créditos que los gobiernos bolivianos de los años noventa solicitaron al FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo iban sujetos a cláusulas como la que exigía la privatización obligatoria de la empresa municipal de suministro de agua (extracción, conducción, almacenamiento y comercialización) de la ciudad de Cochabamba, la tercera más poblada del país andino. La empresa a la que se le adjudicó este servicio público fue "Aguas del Tunari" (por entonces los socios mayoritarios eran con el 55% la estadounidense Bechtel & Edison, y con el 25% Abengoa). La táctica del FMI para Cochabamba dispuso que aquellos contratos de privatización del agua irían acompañados de condiciones como que, una vez privatizado dicho servicio, las nuevas tarifas deberían subir inmediatamente para todos los usuarios un 35% -los más desfavorecidos pagaron incluso un 45% más- y fueron ajustadas al curso del dólar estadounidense, además de dirigir el coste de nuevas instalaciones a los usuarios y otras medidas similares. Entre semejante subida de precio y su pago en dólares, se hizo evidente un enorme y repentino descenso del poder adquisitivo de la mayoría de la población de Cochabamba, endémicamente situada bajo el umbral de la pobreza. Al mismo tiempo, el gobierno de la ciudad puso en marcha una nueva ordenanza municipal según la cual quedaba expresamente prohibida, bajo pena de sanción económica, la recogida de agua natural de la lluvia, ni su obtención por cualquier otra forma de cooperativización del recurso natural, como venían haciendo los bolivianos ya desde tiempos de la civilización Inca, y que permitían el acceso al agua de forma equitativa a todos los ciudadanos.



Bajo estas condiciones de opresión neocolonial extrema, el conflicto no tardó en estallar: ante la insostenible situación social, las protestas y las huelgas, el ex-dictador y por entonces presidente de Bolivia Hugo Bánzer ordenó el Estado de Sitio en Cochabamba y envió a la policía a reprimir a la población. Tras terribles disturbios, con un saldo de al menos un muerto, casi doscientos heridos y el colapso de la ciudad, el gobierno se vio obligado a rescindir el contrato adjudicado a "Aguas del Tunari". Un año después, en 2001, la corporación Bechtel, como socio mayoritario de "Aguas del Tunari", y conjuntamente con Abengoa, demandó al gobierno boliviano por incumplimiento del contrato y reclamando una indemnización de 25 millones de dólares. En 2006 Bechtel retiró su demanda por inconsistente, pero adivinad ¿quién sigue reclamando los 25 millones de dólares? Por supuesto, Abengoa y Eduard Punset. Se estima que Abengoa invirtió unos 375.000 dólares en "Aguas del Tunari", pero reclama 25 millones de dólares en daños y perjuicios a un país que tiene una deuda externa cifrada en casi 5.000 millones de dólares. Deberíamos saber que, para el Gobierno de Evo Morales, esos 25 millones de dólares suponen el sueldo anual de 3.000 doctores rurales graduados en La Habana, o el salario por un año de 12.000 maestros de escuela pública. Pero eso no le interesa a las empresas para las cuales Eduard Punset trabaja orgullosamente como consejero delegado.



Seamos felices



Es la máxima absoluta y final de las parrafadas de Punset: tratemos de ser felices. Todo su pensamiento y filosofía se quedan en eso. No estaría mal si todo a nuestro alrededor fuese de color de rosa. Escuchándole, parece que nos quejamos por nada. Y quizá sea cierto si nos comparamos con todos aquellos a los que este señor ha jodido -y jode- por todo el mundo. Porque, seamos sinceros, Eduard Punset tiene su porción de responsabilidad sobre todos esos muertos que lo fueron a causa de las hambrunas evitables en Haití desde los años ´70 hasta hoy en día, igual que tiene una buena parte de culpa en todas las penurias y miserias que sobrevinieron a los países del Este de Europa con su gran trabajo de implantación salvaje de su neoliberalismo más atroz, o la que se le puede atribuir de su actual desempeño en multinacionales que estrangulan a las naciones pobres y bloquean sin escrúpulos toda posibilidad de desarrollo. Pero todo esto no sería tan repulsivamente asqueroso si Punset fuese un Madoff, un Bush o un Aznar cualquiera: lo peor de todo es que, a ojos de don Pueblo, este señor sigue dibujándose como un ancianito venerable, filósofo, filántropo y adorable. Podemos seguir adorándolo cada vez que se ponga a decir sandeces por televisión, podemos ser felices, podemos ser hipócritas... pero nunca llegaremos al nivel de Eduard Punset.



[P.D.: Por cierto, me acabo de enterar de que Abengoa fue una de las empresas extranjeras que más se benefició de los contratos con el gobierno de Gadafi, en Libia. Me gustaría buscar alguna entrevista de Punset hablando mal de él, o alguna de las entradas de su blog donde sataniza a este tipo de líderes políticos. Seguro que la encuentro.]



[P.P.D.: La encontré. Dice Punset: "Lo ocurrido en Libia es un vestigio de otra época y por eso ha herido la sensibilidad del pueblo llano; aquello no tiene nada que ver con el mundo de ahora, es el simple y triste reflejo de vestigios del pasado, del empeño con el que los que tenían algo defendían lo que consideraban suyo frente a los que no tenían nada." Aquí os dejo el enlace esta entrada de su blog, titulada Tanto monta, monta tanto, la empatía como la sed.

lunes, 20 de junio de 2011

El 15-M y el mundo de la ignorancia

Vivimos unos tiempos un tanto extraños. Tiempos de crisis sobre crisis, con paradojas de libro por todas partes. Algunas de ellas son de carácter general, como que la clase trabajadora, a pesar de su tasa de más del 20% de desempleo, tenga que afrontar con sus propios impuestos la financiación pública de entidades financieras privadas. Y ya que el capital es como la energía, que ni se crea ni se destruye, sino que se transforma (en este caso se traslada), comprobamos cómo los derechos fundamentales de esta clase trabajadora, es decir la educación y la sanidad universales y gratuitas, se ven recortadas precisamente para poder inyectar liquidez en las maltrechas finanzas bancarias. También hay otro tipo de paradojas que se aprecian entre las generalistas, paradojas que son más sutiles y más particulares, detalles como que hasta hace pocas semanas el máximo responsable de una institución capitalista y de corte neoliberal como es el Fondo Monetario Internacional (FMI) era un peso pesado de la socialdemocracia europea.


En esta era de crisis y paradojas con las que compartimos portadas de diarios y cabeceras de informativos surge un movimiento popular espontáneo, denominado Movimiento 15-M, o movimiento de los "indignados". Por todas partes, y haciendo uso de las nuevas tecnologías y las modernas redes sociales, surge una movilización más o menos permanente, generalmente constituida por la ciudadanía joven, de carácter pacífico y asambleario. Y aquí nos encontramos con otra paradoja: justo cuando más aletargada y apática se encontraba -y se encuentra- la juventud en Europa, ésta se moviliza y se manifiesta enérgicamente.


Pero, ¿contra quién se manifiesta el 15-M? La esencia que podemos captar de su indignación se dirige contra bancos y mercados financieros, los grandes empresarios, y los políticos como máximos responsables de todo. El movimiento se indigna contra los bancos y los mercados por habernos metido en la crisis, contra el mundo empresarial las críticas van dirigidas en que no han sabido hacer otra cosa más que centrarse únicamente en explotar (nunca mejor dicho) la burbuja inmobiliaria. Y contra los políticos el ataque se proyecta sobre su culpabilidad a la hora de no preveer el estallido de nuestro mundo feliz, de socializar las pérdidas del mundo financiero, y de haber creado y mantenido un sistema electoral que restringe los derechos y el poder del pueblo en la toma de decisiones políticas.


Está claro que el mundo financiero nos ha metido en este atolladero. Y está también claro que ahora los que más se están beneficiando de los reajustes de déficit público son las agencias de especulación (generalmente mal llamadas agencias de calificación, o de rating) y el mundo empresarial. Cuando el 15-M se queja de todo esto no se puede hacer otra cosa que aplaudir.


Ahora bien, el rebote, la pataleta, el berrinche contra el mundo político es totalmente pueril, infantil, propio de un pueblo ignorante político. Falta todavía escuchar del 15-M una voz de autocrítica. Porque, que yo sepa, hasta ahora el pueblo tuvo la opción de votar, de participar en un sistema que, si bien dista mucho de ser el idóneo, sí permite un mínimo de acción política a la población que lo emplea. Planteémonos, pues, cuestiones como que cuando el Pueblo tuvo que tomar parte activa en decisiones democráticas, ¿qué fue lo que hizo? Hagamos memoria:


En el año 1978, ¿quién votó al derechista Adolfo Suárez, cuyo gobierno nos metió en la trampa europea llamada por entonces Comunidad Económica Europea? El Pueblo español.


En el año 1986, ¿quién votó el mayoritario SÍ en referéndum democrático para ratificar nuestra presencia en la OTAN, que curiosamente ya había iniciado Adolfo Suárez? El Pueblo español.


En el año 1996, ¿quién votó al gobierno de José María Aznar, que redactó su tristemente famosa Ley del Suelo, culpable de la especulación que generó nuestra burbuja inmobiliaria? El Pueblo español.


En el año 2000, ¿quién le dio de nuevo el Gobierno al PP de Aznar, esta vez con una abrumadora mayoría absoluta con la que nos metió en guerras ilegales e imperialistas como Irak y Afganistán? El Pueblo español.


En este año 2011, ya con el 15-M en las calles, ¿quién permitió que el ultraneoliberalismo demagógico del PP arrasase en las últimas elecciones municipales, especialmente en aquellas Comunidades Autónomas donde más casos de corrupción protagonizan sus militantes? El Pueblo español.


Destacable es la percepción de que, en todas y cada una de estas consultas populares, elecciones y referéndum, siempre hubo, como mínimo, una alternativa correcta, más allá de Partido Popular o Partido Socialista Obrero Español. Siempre. Y ahora el 15-M dice que la culpa es de todos los políticos.


Es por ello que, a mi juicio, la protesta exculpatoria del movimiento de los indignados tiene que hacer una seria autocrítica, y plantearse una profunda reflexión: una ciudadanía tiene que estar lo suficientemente preparada para poder afrontar con garantías su futuro mediante una democracia participativa y real, como la que nuestro país necesita. Y la triste realidad es que el Pueblo español no está preparado.


España es el Estado europeo más políticamente ignorante, con diferencia, y si hay que buscar verdaderos culpables de que ahora nos encontremos en esta situación, los tenemos bien cerca, entre nosotros. Son todos aquellos ciudadanos que no votaban en las consultas populares, los que engordaban enormes porcentajes de abstención, todos los que pensaron que eran "ricos" cuando les vendían una hipoteca a 40 años, todos los del "yo paso de la política", todos aquellos que sostenían dogmas como "los sindicatos no sirven para nada", todos los que hicieron oídos sordos ante manifestaciones pro-sanidad o pro-educación públicas, todos los que se reían de los "progres que van a las caceroladas", todos a los que les importó un pito que el FMI cada vez tomase más poder en la economía mundial... Todos ellos ahora son indignados, sin trabajo, jodidos por todas partes, y ya están poniendo sus barbas a remojar, porque las de su vecino no vieron cortar. A tomar mucho por el culo.

Y seguirán, porque en 2012 el 15-M permanecerá en las calles, postulando líderes de pacotilla que proponen supuestos referéndums que no pueden llevar a ninguna parte y supuestas huelgas generales a las que sólo asistirían los desempleados, los que no tienen nada que perder. Seguirá el movimiento indignado sin preguntarse siquiera si nuestra población tiene la suficiente cultura política para autogobernarse en una democracia participativa, mientras en las elecciones generales el PP ganará gracias a los votos de los españoles, no gracias a los mercados, ni a los banqueros, ni a los empresarios, y desgraciadamente, ni siquiera gracias al sistema electoral. No es necesario. Somos demasiado ignorantes.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El libro del mes: "Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados"

Autor: José Antonio Labordeta
Editorial: Ediciones B
Impreso en: España
Primera Edición: febrero de 2009
Páginas: 238, 23x15 cm. Cubierta de tapa dura.

Adquisición de mi madre en 2009, este libro llevaba rondando por casa desde entonces, y con la reciente muerte de su autor, José Antonio Labordeta, decidí echarle un vistazo. He de decir que, a priori, esto de hurgar en los bajos fondos de la política nacional española no me fascina demasiado. No sabía qué me podían aportar, además de la buena literatura del protagonista de "Un país en la mochila" (TVE, 1995-2000), estas memorias de un beduino.

El libro arranca con una doble personalidad de Labordeta, al más puro estilo Dr. Jekyll & Mr. Hyde, aunque sustituyendo los crímenes y la maldad de los primeros por la inocencia de un Labordeta reacio a entrar en la "cosa política", y un beduino del desierto de los Monegros, perdido entre los pasillos del Congreso de los Diputados, que se desvive por hacer ver a España que Aragón existe.
Se describen en estas memorias las dos legislaturas de José Antonio Labordeta al frente de su escaño con Chunta Aragonesista, haciendo hincapié en la primera, aquella de la ignominiosa mayoría absoluta del Partido Popular de Aznar -se hace un breve análisis de cada uno de los personajes que ocupaban los sillones del Parlamento en aquellos años-, y resumiendo brevemente la segunda, la de aquel bambi del PSOE llamado José Luis Rodríguez Zapatero. En esta última legislatura ya el beduino monegrino se había despedido de Labordeta, y con él se había ido la esperanza de que disfruta un partido minoritario -integrado en el Grupo Mixto, para más inri- en sus primeros años de la realpolitik. (a la izq.: Desierto de los Monegros, Aragón)

¿Resultado? el descubrimiento de un libro ameno, profundo, cargado de un humor socarrón, y no sin ciertas dosis de desesperanza. Se habla de Comisiones Parlamentarias, del restaurante del Congreso, de intervenciones polémicas -incluido el famoso "a la mierda!" que Labordeta le dedica a los parlamentarios del PP-, de los despachos "pobres" en los pasillos, de enconadas críticas al Plan Hidrológico Nacional, y de peleas por hacerse oír en un Congreso atestado de diputados bipartidistas, tratando de defender los derechos de una tierra olvidada por todos, menos cuando de ella se quiere sacar provecho alguno.

domingo, 20 de febrero de 2011

¿Rebelión en Marruecos?

Acabo de llegar a casa, son las 7:52 de la madrugada. Estoy escuchando un vídeo que enlazó mi -gran- colega Manuel Valle en Facebook, es "El Justiciero", de Os Mutantes, una banda de rebuscado nombre brasileiro, como podrían haber sido los Engenheiros do Hawaii. Pero a falta de pocas horas, por el mismo Facebook se van a estar dando cita los manifestantes del "Día de la Dignidad", la gran manifestación convocada por los jóvenes revolucionarios en Marruecos para este día 20 de febrero de 2011.

Por fin los mass media españoles se dignan, a estas horas tempranas, a sacar un tímido segundo titular de lo que será una gran movilización social de la "era tunecina", que es como les ha dado por llamar a los recientes movimientos populares del mundo árabe. Mucho cuidado en no decir "revolución", "marcha" o "manifestación" en Marruecos, no sea que los intereses españoles en la vieja colonia se vean trastocados por un par de trasnochados.

Veremos dónde pone la realidad a nuestros grandes medios de comunicación nacionales y "progres" -Angels Barceló mediante-, una vez más, respecto a este tema. Una de tantas otras, llegaremos tarde, mal y a rastras. Ventajistas como siempre, oportunistas como nunca. "País de chatarreros" (Kurco dixit).

martes, 25 de enero de 2011

Ley Sinde: ¿quién es quién?

Todo esto que se ha formado en este país con la controvertida aprobación de la Ley Sinde se podría comparar con una obra de teatro. Los actores, es decir, unas personas que se denominan a sí mismos "creadores" sin siquiera sonrojarse, se enfrentan histéricamente contra otros actores, que dicen luchar en favor del internauta de a pie. Esta dialéctica a base de descalificaciones e insultos es lo que percibimos los integrantes del público desde nuestras butacas, pero abajo, en el hueco del apuntador, o detrás entre bambalinas, se encuentran los verdaderos artífices de este conflicto: la industria del entretenimiento audiovisual y sus respectivas sociedades de autores por un lado, y por el otro las grandes corporaciones de las telecomunicaciones. (a la izq.: Ángeles González Sinde, Ministra de Cultura, promotora de la Ley de Economía Sostenible donde se incluye la Ley Antidescargas, más conocida como Ley Sinde).

Nos han tenido meses y meses esperando expectantes un desenlace, mientras en las portadas de todos los medios de comunicación aparecían enfrentamientos cada vez más degradados: primero eran creadores contra internautas, luego personajes de la cultura contra piratas informáticos, y por último los verdaderos pilares de la Ley contra infames ladrones de propiedad intelectual. De vez en cuando estas portadas eran aliñadas con estelares apariciones de multimillonarios personajes de la farándula "cultural" manifestando -también sin rastro de sonrojo- poderosos alegatos en favor de sus maltratados derechos y de sus "penurias" económicas en un país con más de cuatro millones de personas sin trabajo. Todo ello fue una pantalla muy bien proyectada, para que en realidad la opinión pública -y también una parte de los verdaderos implicados en este lío- no se enteraran muy bien de cuál era el problema, o dónde estaba, y mucho menos que se pudiera llegar a una solución consensuada. Porque lo que realmente interesaba, en estos tiempos de terrible crisis económica global, era sacar adelante una Ley que permitiera blindar los enormes beneficios de la industria del entretenimiento audiovisual. Ni más, ni menos.

Pero bueno, dejando a un lado los intereses de un Gobierno que se dice llamar "socialista" -una vez más sin el más mínimo atisbo de rubor- la cuestión es que el cineasta independiente, el fotógrafo o escritor free-lance, o el cantautor de carretera, por no hablar de las miles de bandas musicales no profesionales o de los centenares de actores de teatro amateur, comprobarán atónitos cómo, después de todo este embrollo de la Ley Sinde, para ellos todo seguirá igual si no tienen detrás una gran productora, una enorme editorial o una discográfica que vele por sus derechos. En cambio, los grandes "próceres" de la cultura en nuestro país, "creadores" -por supuesto-, pedantes sin remisión como Miguel Bosé o Alejandro Sanz, verán más protegidos aún sus beneficios a costa de la desprotección de los derechos de la mayoría. ¿Que luego pagan sus impuestos en Miami o desvían sus fortunas a paraísos fiscales? Eso no se tiene en cuenta. (a la izq.: Álex de La Iglesia, cineasta, guionista y productor, actual presidente de la Academia del Cine española, aunque en teoría, por poco tiempo.)

Por otro lado están las grandes compañías que ofertan conexiones a internet. Empezarán a ver cómo a medida que se comienzan a cerrar webs de descargas, y se vayan cerrando los blogs y sitios de particulares que compartían sus recopilaciones musicales, muchos de sus clientes se irán dando de baja. La realidad es que la culpa no será entonces de la Ley Sinde, ni de los "creadores", ni de los internautas, porque estas mismas compañías de telecomunicaciones han estado dorándole la píldora a la industria del entretenimiento con acuerdos tácitos que vetan a sus clientes el acceso y utilización de programas como Ares, E-Mule, Kazaa, Bit-Torrent, y un largo etcétera. Estos sistemas de intercambio P2P (Peer-to-Peer), en los cuales nadie se lucra por compartir cultura, sí son bastante más democráticos y más sostenibles que la Ley Sinde y la Ley de Economía Sostenible. Pero las grandes compañías de telecomunicaciones prefirieron dirigir hacia ellos sus ataques para contentar a la industria audiovisual... y sobre todo para poder educar el consumo de sus clientes, y enfocar sus hábitos de uso de internet hacia donde prima más la velocidad de bajada que la de subida, ya que en las webs de descargas solamente se bajan datos, y no se suben como ocurre con los programas P2P. El consiguiente aumento de rendimiento de la banda ancha para estas compañías era -aún es- un hecho, ya que veían sus márgenes de beneficios multiplicados respecto a sus inversiones tercermundistas en potenciar el ancho de banda en España.

Como siempre sucede en este país, hemos hecho las cosas tarde, mal y a rastras. De los tres partidos que han consensuado la Ley Sinde, uno lo hace por intereses privados (el PSOE con la industria audiovisual), otro lo hace por compromiso político con el primero (CiU), y el otro (PP) por pasar la patata caliente y no tener que hacerlo ellos mismos en la siguiente legislatura, en caso de que ganasen las elecciones de 2012. ¿Beneficiados? Muy pocos, y ricos. ¿Perjudicados? La mayoría, y pobres. Lo cierto es que, en esta hedionda obra de teatro, el final amargo es para el público.

martes, 18 de enero de 2011

La película del mes: "También la lluvia"

Año: 2010
Duración: 104 min.
País: España
Director: Icíar Bollaín
Guión: Paul Laverty
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Alex Catalán
Reparto: Luis Tosar, Gael García Bernal, Karra Elejalde, Juan Carlos Aduviri, Raúl Arévalo, Cassandra Ciangherotti, Carlos Santos, Dani Currás, Vicente Romero
Productora: Morena Films
Género: Drama



Hacía mucho tiempo que no escribía aquí, y más tiempo aún que no lo hacía hablando sobre una "película del mes", pero con "También la lluvia" me veo obligado a hacerlo, por varios motivos. El primero de ellos es el argumento. La película nos cuenta la historia de un grupo de cineastas y actores que llegan a Cochabamba, Bolivia, con la intención de comenzar el rodaje de una película documental sobre la llegada de Cristóbal Colón a América, vista desde un punto menos mitológico y más realista, al tiempo que se hace hincapié en la figura de Fray Bartolomé de Las Casas, el defensor de los indios. Al mismo tiempo que el rodaje, se suceden los enfrentamientos que desembocaron en la Guerra del Agua de Cochabamba del año 2000, debido a la privatización de los servicios mínimos de suministro de agua potable por parte del ayuntamiento de la ciudad, durante la presidencia del antiguo dictador Hugo Banzer. La sublevación de la clase popular contra la administración termina por implicar a todos los protagonistas de la película.

Luis Tosar pasa, obviamente, más desapercibido que en "Celda 211" (Daniel Monzón, 2009), y parte del protagonismo, y del magnetismo interpretativo se lo lleva Gael García Bernal, que si bien no hace el papel de su vida, mantiene el pulso con Tosar a la perfección. Excelente también la aparición -y nuevo resurgir, por fin- del gran Karra Elejalde ("Airbag", 1996), en el papel del actor protagonista de la película que se va a rodar. Y como misteriosamente suele ser costumbre entre los extras indígenas de muchas otras películas, los que intervienen en esta de Icíar Bollaín la bordan con un tono de realismo y crudeza ejemplares, tapando incluso por momentos a los dos "galácticos" García Bernal y Tosar. El metraje alterna momentos de tensión, reflexión, belleza paisajística y fuerza interpretativa. Quizá la única pega en el aspecto técnico sea el desarrollo del desenlace final, un tanto manoseado y visto ya otras veces, impropio del resto de la película.

Pero lo que realmente es "la gran cagada" de esta cinta es algo que, de lo insólito y paradójico que me parece, resulta casi cómico, de no ser porque estropea totalmente el valor de la película. Grandísima fue mi sorpresa -y más grande aún el cabreo- cuando, a los 30 segundos de empezar, descubro con asombro que la película está íntegramente doblada al gallego. Cuando digo "íntegramente" quiero decir que todo aquel que aparece diciendo algo está doblado con el más cutre de los actores de doblaje que tenemos en la CRTVG, y para rematarla, hay varios errores imperdonables que se suceden y magnifican la catástrofe: Tosar no se dobla a sí mismo, Gael García Bernal tiene la voz de personaje de teleserie noventera de sobremesa, y al igual que los indígenas, pierden todos totalmente la fuerza de su identidad al doblar expresiones criollas con un repetitivo "carallo", o un simplón "merda", como en la más precaria película de madrugada de sábado. Por si esto no fuera poco, en las ocasiones en que los indígenas hablan en quechua -que no son pocas ni triviales- no aparece ni un solo subtítulo. Los subtítulos solamente aparecen cuando Tosar habla por teléfono en inglés con los productores americanos... y resulta que ¡están en castellano! Demencial, chapucero y chabacano.

Pero como no hay dos sin tres, se puede ir tirando del hilo para ver a quién corresponde semejante barbaridad. Al inicio de la película aparece el logotipo de la Consellería de Cultura e Turismo de la Xunta de Galicia. Esta consellería está a cargo de su Conselleiro de Cultura, el infame e ignorante Roberto Varela, adalid de la galicia bilingüe, y uno de nuestros "gobernantes" que más disfruta con el conflicto gallego-castellano, reabierto por ellos en nuestro país. Por un lado favorecen la imposición y el fortalecimiento de una lengua del Estado español ya fuerte de por sí, en detrimento de otro idioma, nacional e histórico, humillado y desprestigiado durante siglos como es el gallego. Por el otro, en nombre de la "cultura gallega" tapan el excelente trabajo de unos profesionales de varias nacionalidades no galaicas -salvo Luis Tosar- con una capa de rancia producción cinematográfica a cargo de Morena Films, y Vaca Films. En estas dos productoras, y en la Consellería de Cultura e Turismo cae el peso de haber destrozado una buena película, y de impedirnos verla aquí con toda su viveza.

Os dejo el trailer, en V.O., por supuesto.