martes, 19 de enero de 2010

Haití: lo que no se cuenta

"La autosuficiencia alimentaria no es necesariamente el objetivo [de la misión en Haití de la USAID]. Ahora mismo en Haití hay comida, pero los precios son astronómicos. Si para ellos tiene sentido económicamente exportar mangos e importar arroz, eso es lo que deben hacer."

Estas son las declaraciones de Beth Cypser, Subdirectora de la Misión en Haití de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (United States Agency for International Development, USAID), recogidas en el número de noviembre de 2008 de la revista National Geographic España. En ese número se dedicaba una buena parte del contenido al estado del suelo en el planeta, incluyendo un mini-reportaje sobre el suelo exhausto de Haití. (a la izq.: un haitiano recoge sus recién hechas galletas de barro y grasa, sustituto local del arroz que no pueden pagar. La tierra no da para más.)

Estos días, tras la gravísima catástrofe sufrida en el país caribeño a raíz de un movimiento sísmico de nivel 7 en la Escala de Richter, podemos escuchar, ver y leer en los grandes medios de comunicación una masiva cobertura informativa sobre los hechos. Se proporcionan datos, cifras, predicciones, y sobre todo, nos inundan de imágenes sensacionalistas donde sólo prima el ver a un afectado atrapado bajo los escombros, mientras sus vecinos tratan de liberarlo con sus propias manos. En las últimas horas, los medios nos muestran de cerca lo que posiblemente sea, a no ser que cambien las cosas, cómo se vivirían los primeros momentos de un Armagedón, esto es: crisis de seguridad, anarquía, saqueos, peleas, etcétera.

Pero en ningún medio de comunicación nos cuestionan por qué el Gran Terremoto de 1906 en la ciudad norteamericana de San Francisco -de nivel 7´8 en la Escala de Richter- causó unos escasos 3.000 muertos, y en el reciente sufrido en Puerto Príncipe ya se estima que habrá unos 200.000 muertos de forma directa, y posiblemente otros 100.000 de forma indirecta. No surge un debate que cuestione la actitud para con Haití de las grandes potencias coloniales primero, y neoliberales después, que esquilmaron década tras década lo que en su día fue un auténtico vergel, un paraíso productivo en medio del Mar Caribe.

Y Francia, como nación colonialista que fue en un tiempo, tiene mucho que ver en toda la desgracia de Haití. La reclamación francesa de la parte occidental de la isla La Española -por entonces bajo dominios españoles- vino precedida por la incursión en esa parte de la isla de los famosos filibusteros franceses, colonos semi-proscritos y pseudo-piratas de nacionalidad francesa, que se asentaron en lo que hoy es Haití. Luego llegó la explotación formal e intensiva por parte de la metrópoli, y comenzó la tala indiscriminada de bosque primario para convertir el terreno en suelo cultivable. Hay imágenes por satélite, como la que publico en esta entrada, donde se puede observar hoy en día la diferencia de vegetación existente entre los lados haitiano y dominicano de la frontera. Mientras tanto, se producía la llegada masiva -mayor aún que en la sección española- de esclavos negros del África subsahariana. Hay datos que indican que por entonces la población "libre" era de 12.000 personas -aunque muchos de ellos viviesen en condiciones de servidumbre, especialmente los mulatos o "libertos"-, frente a los 300.000 esclavos negros que trabajaban las propiedades francesas, principalmente tabaco, añil y café. (a la izq.: foto satélite de la parte haitiana -occidental- y la dominicana -oriental- donde se aprecia la diferencia de la masa vegetal entre ambos países.)

Fue por ello que la Revolución Haitiana fue más una rebelión de esclavos que una liberación nacional, y pagaron su precio en oro. Los revolucionarios, cegados por el odio, asesinaron a gran parte de la clase criolla dominante, y expulsaron a los sobrevivientes. El país quedó libre, pero sin gente preparada para su gobierno -con unos índices de analfabetismo de escándalo- y sumido en disputas raciales dentro de la Revolución, ya que los mulatos -antiguos "libertos", un poco mejor preparados que los antiguos esclavos- se erigieron como clase dominante, enfrentada constantemente con las clases populares, de origen puramente africano. Fue en este preciso instante cuando los Estados Unidos sustituyeron a Francia como propietaria de la isla, que invadieron y ocuparon desde 1915 hasta 1934, cometiendo actos de absoluta piratería como el llevarse las reservas de oro del Banco Nacional de Haití a Estados Unidos para poder "custodiarlas" mejor. A partir de ahí se sucedieron diferentes gobiernos títeres, donde no podemos obviar al del sanguinario François Duvalier, apodado Papá Doc, arquetipo del sádico dictador africano, en la línea de Mobutu Sese Seko, Idi Amin Dada y demás personajes similares. Su dictadura y sus crímenes genocidas fueron apoyados y financiados por diferentes administraciones presidenciales norteamericanas.

Volviendo a las declaraciones de la señora Beth Cypser, no es necesario ser un lince para darse cuenta de que Estados Unidos sigue hoy en día manteniendo a raya el progreso de Haití. Se sirven de muchas herramientas, una de ellas es el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), que a su vez mantiene a diferentes agencias estatales norteamericanas -como USAID- haciendo el trabajo de campo. En el mismo reportaje de la National Geographic España, la ecóloga norteamericana Sasha Kramer dice que la realidad es que los agricultores haitianos no pueden vender suficientes mangos para pagar el arroz que importan, y que si los haitianos pudieran producir más productos locales, dependerían menos del terrible alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional. Pero claro, ni a USAID, ni al FMI, ni precisamente a EE.UU. les interesa que bajen estos precios, porque ellos son los que le venden arroz a Haití, y a precio de oro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Graciñas por analizar a actualidade e,coma senpre, con tan bo sentido crítico.¡Adiante!

Anónimo dijo...

Graciñas por analizar a actualidade e,coma senpre, con tan bo sentido crítico.¡Adiante!