Otra vez más tengo que posponer mi pequeño "homenaje" inaugural a mi admirado Clint Eastwood. Porque otra vez los acontecimientos superan a la ficción. Cuando en la visionaria y menospreciada -por los que dicen que entienden- película El Quinto Elemento (Luc Besson, 1997) veíamos a un Presidente de los EE.UU. de raza negra pensábamos que eso sólo podía suceder allí, en una película del género sci-fi. En realidad, hasta hace bien poco la inmensa mayoría de humanos creíamos que el Presidente tipo norteamericano sería algo así como el que aparece en la no menos fantástica -y realmente supervalorada- Mars Attacks (Tim Burton, 1996), un tipo repeinado, al estilo Pierce Brosnan, entrecejo pseudo-iteligente, barbilla de anuncio Gillette y medidas perfectas.
Bromas a un lado, la victoria de Barack Hussein Obama en las presidenciales del imperio no es sólo el magnífico hecho de que un negro llegue hasta esa posición en un país que sigue siendo racista, sino la toma de conciencia política del censo electoral norteamericano: ahora saben que cuando ellos votan tienen una responsabilidad frente al mundo. En la llamada era global que vivimos, además de disfrutar de sus ventajas -vetadas para 4.500 millones de pobres en el mundo-, tenemos que combatir sus efectos negativos, que por otro lado alcanzan a la totalidad de la población mundial. El Presidente elegido en norteamérica no sólo afecta a los norteamericanos, sino que, en mayor medida, afecta al resto de los habitantes de este planeta.
Las expectativas surgidas con B. Obama son prometedoras. Hacía muchos años -probablemente desde J. F. Kennedy- que no salía al escenario político estadounidense un líder tan preparado, culto, humilde, de personalidad tan impactante, arrolladora y tan poderosa como la de este hijo de inmigrantes. Y aún por encima sus intenciones parecen alentadoras. Aunque también es cierto que el margen de mejora respecto a la Administración Bush es enorme. Todo el mundo políticamente cultivado sabe que EE.UU. lleva conspirando, derribando y levantando gobiernos a su antojo por todo el planeta desde prácticamente su nacimiento. Fomentó y fomenta guerras imperialistas llevando la muerte y el sufrimiento a los pueblos del mundo, y propicia el subdesarrollo de continentes enteros en beneficio propio. Asesina y espía impunemente desde hace más de cien años, tortura y "desaparece" a quien contraviene sus ideas políticas, o paga para que otros lo hagan. Todo esto ya se sabía, pero lo que hizo la Administración Bush fue que resultara cotidiano, que ya no fuese un secreto a voces, que no importase violar la Convención de Ginebra, desacatar cualquier resolución de Naciones Unidas, o desatar guerras ilegales.
Obama hará de lo que quiera lo que pueda. O lo que le dejen hacer. Son tantos y tan poderosos los poderes fácticos en Estados Unidos que poco margen de maniobra le van a dejar, por no hablar de los cabos atados -y bien atados- que habrá dejado Bush en aspectos cruciales como las comunicaciones, inteligencia, defensa, economía, etc. Por todo ello no debemos ilusionarnos más que lo imprescindible. Harían falta cuatro legislaturas como esta que ahora comienza para convertir a Estados Unidos en un país donde la libertad de expresión sea un hecho, donde pueda presentarse a las elecciones un candidato comunista o socialista, un país donde un negro tenga las mismas oportunidades en Nueva Orleans que en Chicago, donde el acceso a una sanidad digna sea universal, o donde el poder y la influencia que poseen sea dirigida para levantar escuelas y no para destruirlas con obuses. Lo que ocurre es que en EE.UU. sólo están permitidas dos legislaturas por Presidente, recorte básico de las libertades democráticas -ellos que tanto se jactan de propagarla por el mundo- muy propio de regímenes pseudo-dictatoriales.
En su discurso de investidura, Obama cita a los patriotas de la Guerra de Independencia norteamericana, y llama a seguir su espíritu de lucha y sacrificio para salir de la crisis económica global. Está bien, es una buena filosofía, pero que nadie olvide que esos mismos patriotas fueron también asesinos de minorías, conspiradores políticos y pioneros del imperialismo que esclaviza a la Humanidad entera.
2 comentarios:
No estoy en desacuerdo con tu análisis. Pero, desafortunadamente, creo que las cortapisas y limitaciones que Obama se encontrará a lo largo de su mandato van a ser mucho más pesadas que cualquier buena voluntad que pueda tener. El "sistema" pesa mucho. Y me temo que lo que hemos puesto alguna esperanza en Obama vamos a salir decepcionados. Deberemos comprender que no por él solamente, sino por su contexto.
Cierto, por eso creo que harían falta cuatro legislaturas como esta. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos, el paso dado es grande.
Saludos!
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